Otro lunes cualquiera.
Aunque a primera hora, al leer el periódico, un titular atrae mi mirada: Blue Monday.
“¿Cómo?”-mi mente patina y retrocede sobre sus pasos- “Si ya ha pasado el dichoso Black Friday y sus hordas de compras compulsivas… ¿de dónde sale ahora esto?”
Y es que se me había olvidado. Según sesudos estudios científicos de alguna universidad de nombre impronunciable, hoy es el día más triste del año. Y según esos mismos científicos, da lo mismo lo que hagas, tu día va a ser malo a rabiar.
Miro por la ventana. Llueve.
Me encojo de hombros. “Es cierto, es triste. Pero es más que probable que llueva un lunes de finales de enero en el norte de España, ¡vaya novedad!”
De camino al trabajo, el paisaje urbano es el mismo de cualquier otro día laborable. Muchos paraguas, caras largas, prisas y pocas sonrisas. ¿De verdad va a ser un día triste?
“Espero que no… ojalá no”, me digo, tratando de convencerme de lo estúpido que es pensar en una idea preconcebida.
Miro mi teléfono móvil. Nada nuevo, ningún mensaje.
Suspiro y noto cómo mis hombros vencen hacia delante. De manera automática, corrijo la postura y trato de enfocar al mundo alrededor de mi mesa con una sonrisa. Ésa es la consigna que manejo de modo habitual en mi vida diaria: una sonrisa abre muchas puertas y allana muchos caminos. Y lo cierto es que suele funcionarme.
- ¿Habéis visto ya que hoy es el día más triste del año?
La voz de Alberto, el de contabilidad, suena a monólogo de comediante introduciendo el número de rigor, y, de hecho, se inicia a su alrededor una tertulia basada en las múltiples anécdotas que a todo el mundo le han pasado en un día como hoy, evidentemente, todas de tono gris.
Yo asisto a la charla como mera oyente, pensando en mis cosas. Escucho con gesto indulgente las risas de mis compañeros, los tópicos, las frases hechas, aderezadas con el café que se ha quedado frío sin apenas probarlo.
Y entonces, la pantalla del móvil se ilumina… “Esta noche vuelvo por fin, nos vemos, bss”
Mi sonrisa también se ilumina y se ensancha, como mi corazón, y dejo de escuchar las voces a mi alrededor.
No, hoy no es un lunes triste.
Es tu lunes… y el mío.